Hoy en día muchos artistas son conscientes de que el espacio de exhibición, el museo o la galería no es un simple cubo blanco contenedor de obras. El espacio de exhibición esta siempre cargado de todas las dinámicas institucionales que determinan la exposición de obras y la lectura que el espectador haga de ellas.
Indómitos, de Soler, es una obra que reta abiertamente las convenciones de exposición establecidas. Normalmente una pintura ha de ser exhibida a cierta altura del suelo, separada de sus vecinas en todo momento. La propuesta de Soler se basa fuertemente en una posición dicotómica sobre la pintura; profundamente respetuosa de la pintura como medio pero absolutamente transgresiva de la manera como se expone tradicionalmente, la serie que configura Indómitos es generada a partir de un sistema estricto de reglas y se encuentra estrechamente hermanan con la historia canónica de la pintura como medio. No obstante, el artista busca aquí crear una instalación con pinturas, lo cual logra al hacer explotar el modelo de exposición tradicional de espacios de exhibición institucionales. La disposición de las obras ya no respeta la altura de los ojos del espectador, ni la distancia que normalmente se interpone entre una obra y otra. Indomitós obliga al espectador a recorrer un espacio expositivo de manera radicalmente distinta a como lo haría normalmente, de manera que se vera inducido a pensar sobre su propia mirada y sus propias lecturas en espacios de exhibición que consagran el orden y la reglamentación museal.